lunes, 16 de agosto de 2010

Diálogo imaginario


(Se me ocurrió esta charla... Quizás me inspiraron a crear esta ficción extraña algunos de mis queridos colegas bloggeros que escriben tan bien )
- ¿Quién es usted?
- Digamos que soy un negociante, tengo algo para ofrecerle.
- La verdad es que no necesito nada.
- Ya lo se... Su natural condición es no necesitar nada; por eso es que mi intención es ofrecerle... Problemas.
- ¿Problemas? ¿Qué vendrían a ser?
- En realidad no es algo que necesite, pero le va a permitir conocer sensaciones nuevas.
- ¿Que es específicamente lo que usted me ofrece?
Diría que es como un traje...
- ¿Qué es eso?
- Claro, no puedo hablarle justamente a usted de vestirse... Como explicarlo... Es algo que tiene un tiempo y luego no existe más.
- ¿Qué es el tiempo?
- Mm... Estas ventas son tan difíciles. Pero bueno, algunas comisiones lo valen.
- Por el momento la verdad es que no entiendo mucho lo que me ofrece... A ver ¿Qué uso le voy a dar?
- Es algo palpable y está hecho de materia.
- Ah, como las estrellas. Creo que estoy empezando a entender... Aunque las estrellas no tienen demasiada utilidad.
- Al no haber experimentado nunca algo así entiendo que tal vez no me comprenda. Pero así y todo le sugiero que no desaproveche mi ofrecimiento.
- ¿Que me va a permitir hacer eso que usted llama “traje”?
- Algo que nosotros denominamos “vivir”.
- Ya estoy empezándome a resignar a no comprender nada de lo que me diga. Supongo que eso además traerá aparejada otras características que tampoco me serán familiares.
- Es cierto, podría nombrarles algunas como “Ser feliz”, “sufrir”, “desear”, “amar”, “odiar”, “nacer”, “morir”...
- No entiendo una palabra... Pero me ha despertado bastante curiosidad.
- Lo sé... Desde el momento en que la vi me ha parecido un alma curiosa. En general son nuestros más potenciales compradores.
- ¿Compradores? Cada vez entiendo menos.
- No importa... Créame que en muy poco tiempo entenderá todo... Incluso el concepto del tiempo.
- Dígame ¿Si acepto que debo dar a cambio?
- Solo úselo y cuando deje de servir volveremos a hablar.
- De acuerdo. Déjemelo entonces.
- Muy bien, le aseguro que no se arrepentirá.
- ¿Pero este es el traje que debo usar? ¡Es muy pequeño!
- Oh, pierda cuidado... Crecerá.
- El suyo es parecido al mío pero mucho más grande... Pero aparte, veo algo raro detrás suyo... Parecen alas... Y una cola? No es igual a mi traje, aparte de ser más grande eso el mío no lo tiene.
- Sí, es cierto, veo que es muy observadora... Pero son detalles que no le agregan ni le quitan nada. Lo llamamos accesorios religiosos. Bueno, mire... Yo ya debo retirarme. Debo seguir con mis ventas. Fue un gusto pactar con usted... Que lo disfrute...