jueves, 6 de septiembre de 2012

La masacre

Sabía que aparecerían, solían aparecer en determinados horarios con asombrosa puntualidad... Y los esperó. Aparecieron y se abalanzaron sobre él, pero esta vez estaba preparado. Tenía armas contra sus pensamientos que saltaban sobre su pellejo sin piedad. El primero fue destrozado por un millar de balas, el siguiente fue desmembrado con golpes de hacha y la sangre se esparcía por las paredes, el siguiente recibió una certera puñalada y se desplomó en el suelo exánime. Pero aún quedaban tres más que saltaron sobre su víctima. A él le quedaba una bomba fabricada con los últimos restos de su lucidez, y la utilizó contra estos tres.

Luego fue el silencio, y un suave gemido. El llanto de aquel que sabía que aquellos pensamientos no habían muerto.