sábado, 31 de agosto de 2013

Contrastes

Era como un niño delgado y altísimo que saltaba por techos y paredes, sonreía, gritaba, cantaba y volaba. Yo solo miraba sus juegos encantado. Su rostro era brillante, vivaz, apasionado y absolutamente vital y lo contagiaba todo con su alegría. Apareció de pronto y sabía que no iba a estar por mucho tiempo.


Todo brillaba, todo se iluminaba, todo cantaba en una fantástica sinfonía nueva y genial. Hablaba, jugaba, sonreía y gritaba con una alegría francamente contagiosa... De repente cesó en sus gritos, malabares, juegos y saltos y poco poco se fue aquietando. Su mirada vivaz duró hasta el último momento al igual que su sonrisa. Luego cerró los ojos y con un gesto de paz absoluta aquel instante de felicidad murió en mis brazos.

martes, 27 de agosto de 2013

Encuentros, persecuciones y escapes...


Una vez perseguí un amor que me evadía con habilidad y sutileza. Cuando lo tuve en mi mano comenzó a perder sus grandiosos colores y lo dejé olvidado una tarde cualquiera.

Otro día me escapaba de un miedo que se me aparecía todo el tiempo en todas partes. Al arrinconarme no tuve otra alternativa que enfrentarlo. Fue entonces que se disipó como una niebla.

Ayer me encontré con una angustia. Era como una vieja tía lejana, perfumada, obesa, indolente y triste que me abrazaba y me abrazaba todo el tiempo y no quería que me vaya.

También corrí tras un deseo. Era maravillosamente imponente a la distancia. Me permitió que me acercara más y más. Cuando al fin le di caza se transformó en una maravillosa e inútil estatua de mármol. Y en ese preciso momento, otro deseo igualmente imponente, me saludaba, sonreía... Y escapaba.