jueves, 29 de julio de 2010

Intento de reflexión


El mundo es una especie de carrusel enorme que gira en mi cabeza. Mi persona se mezcla con las otras personas; mis oídos escuchan los comentarios y observan las distintas realidades paralelas… Mi ser se mezcla con sustancia del mundo interminable, se contamina y se nutre. La realidad es una sola y un millón que se vuelve a transformar en una sola. Mi punto de vista es un insignificante punto de vista en el universo de tantos puntos de vista…. Algo en mi ser me hace creer que es más importante que el resto; tal vez en el vano intento de preservar un sentido de individualidad que quizás es solo ilusorio.

Partiendo de la suposición necesaria de que mi punto de vista es importante, a veces me siento un extraño entre las olas de circunstancias. Veo por ejemplo un mundial que pasa y un montón de personas festejando y entristeciéndose por un juego que en realidad nunca me perteneció ni me generó demasiadas expectativas. Trato a veces de entender la pasión futbolera y asumo que existe aunque no la siento propia. No dejo de pensar que ese cambio tan desgastante de estados de ánimo por un juego es vano e incomprensible. Es tan necesario para algunas personas ganar…

Y me surgen algunas preguntas... ¿Qué es ganar, que se gana? ¿Qué valor tiene lo que uno gana; tiene tanto valor? Veo mucha gente correr, correr todo el tiempo, buscando ese auto, esa casa, ese status… La zanahoria del burro… No siento esa necesidad, necesito disfrutar de mi vocación de músico, de sentirme vivo y sano, del simple acto de descansar. No corro detrás de amores, no siento esa necesidad… y esto me asusta un poco; pero puedo soportar ese miedo. Igual no me vanaglorio de no tener alguna zanahoria por la que marcho hacia adelante… El burro nunca reconoce cual es su propia zanahoria y no creo ser mejor que el resto.

El agua debajo del puente sigue pasando y yo sigo siendo una oveja azul entre tantas ovejas de diferentes colores; pero eso hoy no me hace sentir mal… Tal vez porque me acostumbré al color azul, quien sabe… Y quizás porque hoy entendí que mi lugar en este rebaño quizás no sea el convencional, pero existe. Pero tal vez porque he descubierto que existen otras ovejas azules.

Siento a veces que le doy mucha importancia a las pequeñas cosas de la vida y a las que busca todo el mundo y son más “políticamente correctas” (lo que todo el mundo quiere de la vida) no le presto demasiada atención. Sigo golpeando a veces la brújula para ver si realmente está marcando bien mi norte… Por el momento yo me siento bien, aunque a veces me preocupa tomar conciencia de que estoy envejeciendo. ¿El tiempo es tirano, o simplemente es justo?

martes, 27 de julio de 2010

Con la música a esta parte (IV)

Esta zamba la suelo cantar cada tanto... Es un clásico argentino: Alfonsina y el Mar. Letra de Felix Luna, música de Ariel Ramirez. Va mi versión.

jueves, 1 de julio de 2010

Recuerdo - Homenaje

Lo recuerdo grande, ágil, noble. Me decían que me soportaba todo. Decían que comía con él dentro de su casita de madera.

Recuerdo aquel día con cierta vaguedad. No me resultó sencillo entender lo que pasaba.

Vivíamos lejos de ciudades, estábamos en lo que llaman zona rural. En la casa de la escuela rural, donde mi mamá daba clases.

Había hermosas galerías de color rojo, realmente me gustaba mucho ese lugar.

No puedo recordar quién lo traía en brazos. Lo depositó sobre la galería.

En el campo no era habitual que pasara gente muy seguido, pero recuerdo que frente a nuestra casa había una camioneta... Más no confío tanto en la vaguedad de este recuerdo... A veces mis recuerdos son tan irreales como mis fantasías.

Recuerdo que nunca lo había visto tan quieto. Lo acaricié como siempre pero lo sentí frío. Su boca goteaba, pero no era aquello transparente de siempre. Era del color de los mosaicos de la galería.
Pero no podía entender, a los 5 años no es fácil entender la muerte. Mi papá al fin me lo dijo.

Ese día odié al tipo de la camioneta que chocó a mi mascota, porque no entendía el significado de la palabra accidente.

Ese día fue tan doloroso y tan triste para mí, que hoy, pasados más de 30 años después lo recuerdo. Puedo recordar mi llanto en la cocina de mi casa. Es extraño recordar un llanto a los 5 años ¿No? Créanme que aún lo recuerdo.

Era un pastor alemán y se llamaba Pascual. Ojalá que exista el cielo de los perros, porque si así es, mi primera mascota seguramente ahí estará. Fue tan noble que incluso en el final me dio la dura pero necesaria enseñanza de la muerte.