miércoles, 4 de diciembre de 2013

Olvido

Recuerdo cuando era joven, soberbia y brillante. Todavía conservo las redondeces de otras épocas aunque aquel brillo se opacó tal vez un poco.

Mi existencia estuvo signada por el materialismo, aunque siempre sentí que en algún punto no fue más que un materialismo de poca monta.

En alguna época estuve más cuidada y sentía incluso que me valoraban. Mi cuerpo pasó muchas veces de manos en mano y esto jamás me avergonzó... Muy por el contrario creo que me generaba cierto grado de bienestar. Al principio podía ver la gratitud en sus gestos, pero cuando el tiempo fue pasando aquellos gestos se transformaron en indiferentes y hasta desdeñosos.

Y lamentablemente está este presente. Estoy en este lugar olvidada y sin nadie que me reclame. Olvidada ingratamente por aquel último descuidado que puso sus manos sobre mí. Olvidada debajo del banco de esta plaza, mirando un cielo que a veces es azul y a veces moja con su lluvia. Contrariamente a lo que muchos pensarían yo también estoy empezando a oxidarme.


Ha bajado drásticamente mi autoestima; siento que valgo menos que una moneda de 25 centavos, aún cuando lo sea.

sábado, 31 de agosto de 2013

Contrastes

Era como un niño delgado y altísimo que saltaba por techos y paredes, sonreía, gritaba, cantaba y volaba. Yo solo miraba sus juegos encantado. Su rostro era brillante, vivaz, apasionado y absolutamente vital y lo contagiaba todo con su alegría. Apareció de pronto y sabía que no iba a estar por mucho tiempo.


Todo brillaba, todo se iluminaba, todo cantaba en una fantástica sinfonía nueva y genial. Hablaba, jugaba, sonreía y gritaba con una alegría francamente contagiosa... De repente cesó en sus gritos, malabares, juegos y saltos y poco poco se fue aquietando. Su mirada vivaz duró hasta el último momento al igual que su sonrisa. Luego cerró los ojos y con un gesto de paz absoluta aquel instante de felicidad murió en mis brazos.

martes, 27 de agosto de 2013

Encuentros, persecuciones y escapes...


Una vez perseguí un amor que me evadía con habilidad y sutileza. Cuando lo tuve en mi mano comenzó a perder sus grandiosos colores y lo dejé olvidado una tarde cualquiera.

Otro día me escapaba de un miedo que se me aparecía todo el tiempo en todas partes. Al arrinconarme no tuve otra alternativa que enfrentarlo. Fue entonces que se disipó como una niebla.

Ayer me encontré con una angustia. Era como una vieja tía lejana, perfumada, obesa, indolente y triste que me abrazaba y me abrazaba todo el tiempo y no quería que me vaya.

También corrí tras un deseo. Era maravillosamente imponente a la distancia. Me permitió que me acercara más y más. Cuando al fin le di caza se transformó en una maravillosa e inútil estatua de mármol. Y en ese preciso momento, otro deseo igualmente imponente, me saludaba, sonreía... Y escapaba.

jueves, 20 de junio de 2013

El elemento perdido

Desde el primer momento comenzó la búsqueda. Siempre fue así, solo que los elementos para buscar iban cambiando con el tiempo. No sabía hablar y apenas caminaba pero la intención ya estaba.

La vida lo hizo crecer y llegó el momento en que tuvo su primera pala de excavación. Era pequeña, no muy pesada, aún no tenía demasiada fuerza. Fueron pequeños pozos al principio. Pronto tuvo más fuerza y esa pequeña pala se había ido desgastando con el tiempo... Inevitablemente el tiempo desgasta las palas y las almas. Era hora de cambiarla por una nueva, y esta fue más grande. Las excavaciones fueron más profundas, y la búsqueda más exhaustiva.

Luego ya pudo trabajar en una gran pala mecánica, porque el tiempo lo puso más viejo y ya no tenía tanta fuerza. Aunque a estas alturas parecía que no había más espacio para excavar siempre encontraba nuevos lugares para seguir su búsqueda.


La muerte lo encontró un día mientras buscaba pero antes alguien le hizo la pregunta ¿Qué buscabas todo este tiempo? El simplemente lo miró, porque no sabía como contestar a esa pregunta.

sábado, 8 de junio de 2013

¿Fue el mayordomo?

Sobre el mármol yacía inmóvil, frío y con un último gesto que mostraba una tranquilidad final; aquel pensamiento estaba bien muerto.

Dieron paso a la autopsia con la más absoluta meticulosidad, revisando cada tejido, cada víscera, cada órgano, cada porción de aquel cuerpo.

Luego de muchas horas se miraron entre ellos y el gesto colectivo era de estupor y de desconcierto. Volvieron a hacer nuevas revisiones; buscando algún indicio, alguna pista, algún elemento, y pasaron nuevas horas.

Finalmente se rindieron y el misterio quedó sin resolver. Nunca se supo si fue suicidio, crimen o muerte natural.

Enojos ignorados...

Se ha enemistado con aquella boca carnosa y deseable quién traviesamente dejó el beso en su mejilla en vez de caer en sus labios. Igual no entró en litigios con el resto del cuerpo confiando en que todas las otras partes se aliarían a él para convencerla de depositar el próximo beso en el lugar indicado.

Triste ingenuidad; aún no sabía que nada de ese cuerpo le era amistoso y que cada parte estaba deseosa de otra piel que no era la suya, y que además ignoraban por completo esta clase de malestares y enojos.

miércoles, 5 de junio de 2013

TRSTZ CLT NTR CNSNNT

Estropajo explosivo de consonantes intempestivas
estentoreas, incontinentes y trabadas
en sempiternos y desestructurantes contenidos tilingos.
Trabalenguas taimado y vocales desesperadas por protagonismos de cabotaje insulso.
Percusión de pseudescupitajos desenfrenados
e intoxicados de espanto
elegantemente atrapado
entre displicentes
y perturbados
circunloquios
de complicada
estupidez.

Solo es mucho ruido
y pocas lágrimas.

sábado, 1 de junio de 2013

Torpezas...

Parece saber mis puntos débiles. Podría pensar que sus ataques tienen esa crueldad típicamente femenina, pero también está la posibilidad de que sean productos del azar, y que en ese azar esté el mayor de todos los peligros.

En general suelo llevarme bastante bien con ella, pero hay momentos en que no puedo evitar el enfrentamiento. Cada contienda es muy dura y jamás salgo ileso. Algunas veces las heridas me hacen más fuerte, pero otras el daño es tan lacerante y profundo que tarda años en cicatrizar. No descarto el hecho de que pueda perder la vida en alguna de estas luchas.

Lo que sí es una constante, es que nunca gano la contienda. Cuando el enojo deja de nublar mi sentido común, entonces vuelvo a recordar la más sabia de todas las verdades: No tiene sentido luchar contra la realidad y su ejército de circunstancias, porque la batalla siempre está perdida de antemano.