martes, 8 de septiembre de 2015

DISPUTA

- No me escuchaste.
- Siempre te escuché...
- ¿Estás seguro?
- La historia se repite todo el tiempo: Inoportuna; apareciendo en momentos en que estoy en problemas. Y con ese engreimiento, que lejos de ayudar, es un lastre... Estoy enojado y especialmente intolerante. En este estado soy peligroso y puedo destruirte con dos frases.
- Ya lo sé, solo estoy tratando de que recuerdes, no hay sarcasmos en la pregunta. A veces creo que no me escuchaste lo suficiente. Pero aún podés recordar.
- Escuché a mucha gente... Decidí lo que me pareció más conveniente ¿Cuál es la recriminación? No demostraste ser demasiado brillante en muchas oportunidades. Me metí en cada problema por escucharte...
- Depende de como lo veas.
- No me interesan tus juegos de palabras, además no quiero enfrentamientos, no la estoy pasando bien y no me hace falta tirarle más leña a este fuego. Pero no podés olvidarte que me dijiste demasiadas cosas, de lo más variadas... Aparte hubo épocas en la que no parabas de hablar; típico y fastidioso defecto femenino... Era hartante.
- Ese brote machista es raro, no me lo esperaba... Evidentemente estás seriamente enojado hoy. Es cierto; las mujeres suelen hablar de más, y los hombres suelen hablar de menos. Hubo épocas de mucha confusión, creo que yo también hice lo que pude.

Me miró con esa mirada reflexiva que yo conocía.

- Es verdad; tal vez no fui tan brillante...

Por momentos su mirada se entristeció un poco.

- Y así me fue con algunos consejos tuyos... Prefiero no acordarme.
- Pero creo que a pesar de todo tenía algunas precisiones...
- Seguramente ¿Pero cómo hacía yo para saber cuál de todo lo que me decías era lo acertado? A veces he escuchado a demasiada gente, y solo lograba llenarme de confusiones....Y creo que a las cosas más importantes nunca me las dijiste claramente. Tenías esa manera exasperante e innecesariamente críptica.
- Es que no sabía cómo decirlas claramente... Además tenía miedo.
- Un defecto de mierda... Por suerte vengo luchando contra esa calamidad.
- Yo perdí un par de veces contra eso.

Quedamos en silencio y pensando, hasta que ella dijo...

- Tal vez, después de todo me escuchaste bastante. Quiero darte un consejo final...
- Mala costumbre la de dar consejos que uno no pide ¿Estás segura de tener la solvencia para dar un consejo que yo no te pedí?
- Claramente tu mal carácter ha empeorado... Ojalá pudiera, pero solo tengo buenas intenciones. No puedo decirte que tengo precisiones.
- Como siempre. Al menos agradezco la pizca de humildad como para reconocerlo. Es una actitud mejor que la que tuviste cuando apareciste, de repente, sin saludar, interrumpiendo... Como de costumbre.
- Yo no sé aparecer de otra forma.
- Bueno, voy a escuchar este consejo así terminamos con esto, porque conozco tu pertinaz insistencia y es la única forma de que me dejes en paz ¿Qué es lo que intentás decirme?
- No luches contra tu esencia... Solamente eso.
- Esperaba algo más sustancioso que esta frasecita de autoayuda de sobrecito de azúcar...De nuevo otra mierda críptica que no me sirve absolutamente para…

Iba a seguir protestando, pero noté con furia que me había dejado nuevamente con la palabra en la boca. Supe que mi vieja voz interior se había ido.