martes, 12 de enero de 2010

El otro


En estos días volví a verlo.

Aparece furtivamente, a veces lo oigo respirar, huelo su propio aroma que es una mezcla de perfumes ya pasados de moda.

Realmente me asusta muchas veces. En esos casos me quedo muy quieto y espero que se vaya. Otras veces me genera una angustia y una tristeza dificil de describir. Pero ya no es miedo, sino cierta resignación. A veces creo que eso es lo más preocupante.
Y otras veces aparece en el espejo. Hay momentos en que me armo de valor y lo miro de frente; y puedo ver claramente aquel sujeto que tiene mis rasgos pero no soy yo.

Cuando habla tiene ideas arbitrarias, resoluciones facilistas, conclusiones equivocadas, y un gran poder de convencimiento.

Incluso aún no estoy seguro de que exista o solo es un artilugio de mi imaginación.

Cabe otra alternativa: la posibilidad de que dentro de uno mismo convivan varias personalidades y que peleen cada tanto disputando alguna que otra supremacía de cabotaje. Me pregunto si la personalidad que tengo ahora será la más cuerda...

8 comentarios:

  1. No sé si una personalidad que se cree acompañada por otras puede preguntarse en serio si está cuerda, jeje. Lo peor es que aquélla que no reconoces como tuya tenga un gran poder de convencimiento, a ver si termina engatusándote.

    Un gran abrazo!

    ResponderEliminar
  2. A veces las distintas personalidades dentro de uno mismo, boicotean una resolución o ayudan a definirla más pronto.
    Quedáte como estás que así estás bien!
    Beso!
    Lady Baires

    ResponderEliminar
  3. A ver... basta con que la premacia de alguna d sus personalidades lo haga sentir bien... que mas da!
    saluditos!

    ResponderEliminar
  4. me dijo una vez alguien en mi blog: si sos todo eso, y tener todo eso es la forma para elegir como ser
    algo asi me dijo... me gusto la idea, me parecio acertada

    ResponderEliminar
  5. Son interesantes todos los comentarios... Yo creo que uno termina siendo muchas personas juntas; no uno solo... Gracias por todos los comentarios.

    ResponderEliminar
  6. Girondo (grande entre los garndes) alguna vez lo expresó de la siguiente forma:

    Yo no tengo una personalidad: yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
    En mi, Ia personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción: no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
    Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.
    ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
    Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad mas absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
    ¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
    El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia… de un egoísmo… de una falta de tacto.
    Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de transatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, esta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
    Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

    (De Espantapájaros (al alcance de todos), 1932)

    Salduos
    Nico Darchez (desde Gualeguaychú)

    ResponderEliminar