domingo, 4 de septiembre de 2011

Persecuciones

A lo largo del tiempo corría y se escondía lo mejor que podía, pero siempre era encontrado.
Primero utilizaba escondites un tanto obvios, como debajo de la cama, dentro de un placard, detrás de los árboles.

En realidad en su niñez nunca evitó tales encuentros. Aún  no le temía. Sus temores eran la oscuridad, algún que otro monstruo dentro del armario, los ruidos en la noche... En fin, cosas de niños.

De adulto los intentos de escapismos se hacían algo más sofisticados, un tanto peligrosos, y hasta a veces parecía lograrlo.

Y un día descubrió que es imposible escaparse de sí mismo.

1 comentario:

  1. Oh, ese final me pilló de sorpresa. Debe de ser doloroso tener que esconderse de uno mismo...

    Un abrazo

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