El dragón de arcilla vuela en mi
tormenta
y se derrite con la lluvia.
Olvidé al fin la distracción de tus
pupilas.
El trago amargo que me emborrachó
se volcó y se evaporó
en los acordes desafinados de un tango
nostálgico.
La tormenta dejó desorden;
y la lluvia,
metales y amores oxidados.
Me deshice de tu historia torcida y
obsoleta
y limpié mi lujuria de tus restos de saliva.
Recuerdo cuando antes tu silencio era
espantoso
y era siervo de tu mirada.
Ese ominoso mundo fue obsoleto de
repente,
herido de muerte por la bala certera del tiempo.
Necesito caminar holgado y liviano por
esta noche
y sé que habrá de nuevo más penas y olvido.
Metales y amores oxidados.
ResponderEliminarAplausos! !