Tengo en mis retinas el recuerdo de su
último gesto... El gesto de incredulidad mezclado con una lágrima.
Su rostro siempre tan bello, sus facciones tan especiales que la
hacían única como cada una de las de su especie. Y yo no pude
decirle nada, las palabras se estrangularon en mi garganta. Solo
recordé a alguien que una vez me dijo que con el paso del tiempo
simplemente mueren. No pude hablar, solo la tomé de su mano tan
frágil y le dije todo lo que podía con la mirada...
Y así, con el dolor quemando mis
entrañas, despedí a la última de mis utopías.
Sí, triste pérdida de inocencia.
ResponderEliminarPerdona que no haya pasado antes...intento no perder el hilo de los blogs, pero me resulta imposible últimamente...
Un abrazo